sábado, 18 de diciembre de 2010

CAP.3º: "NOVICIO EN EL CONVENTO DE PASTRANA"


Algunos antecedentes: las primeras fundaciones de los frailes

En su estudio sobre el Carmelo Teresiano, el P. Ildefonso Moriones llama la atención en que es necesario evitar ciertas imprecisiones cometidas por algunos historiadores. Algunas de estas imprecisiones todavía persisten en relatos sobre la historia de la fundación de la rama masculina de los Carmelitas Descalzos.

Moriones nos advierte que una de estas imprecisiones es la idea de Santa Teresa como Fundadora da la rama masculina del Carmelo Descalzo. No existe duda de que, efectivamente, Santa Teresa es la animadora principal, el “alma mater”, la protagonista del movimiento religioso que quedará siempre unido a sus Fundaciones. A pesar de eso, “a diferencia de lo ocurrido en el desarrollo de las fundaciones de monjas, sector en el que ella figuró prácticamente siempre como la Madre Fundadora, en el desarrollo de las fundaciones masculinas interfieren otros muchos elementos históricos y circunstanciales que no siempre permitieron a los protagonistas de siglo XVI discernir con entera claridad la corriente religiosa en que se hallaban comprometidos.” Esto no quita el mérito de Santa Teresa así como el reconocimiento de lo que ella representa. Sin ninguna duda es la fundadora, la principal y singular fuente que alimentó y sigue alimentando – con su carisma celestial – la rama masculina del Carmelo Descalzo.

Nosotros sabemos – esto nos lo afirma la propia Santa – que comenzó muy pronto a desenvolver la idea de fundar algunas comunidades masculinas, al estilo del Carmelo de San José que ella había fundado por inspiración divina . Pero todavía no había llegado la hora, y Teresa se dedicará totalmente a las negociaciones para consolidar y extender la reforma del Carmelo que – en realidad - vendría a ser la Fundación de una nueva Orden dentro de la Iglesia. Solamente más tarde, después de cinco años desde su fundación de monjas, la Santa consiguió iniciar esta nueva idea.

Resumiendo, los hechos ocurrieron así: en 1567 llegó a Ávila el P. Juan Bautista Rubeo de Ravena – Superior General de la Orden del Carmen – y, habiendo hecho varias visitas al Carmelo de San José, percibió que allí existía una fuente que no podía desperdiciarse.

Durante esas visitas tuvo la oportunidad de exponer al P. Rubeo las ventajas e importancia, para la Iglesia, de extender por toda España aquel nuevo estilo de vida en “obsequio de Jesucristo”. La Madre Teresa era una mujer que convencía y el P. Rubeo, además de ser sensible a las cosas de la Iglesia y de la fe, era también un buen político. Sabiendo que Felipe II deseaba reformar la vida monástica en todo su reino – pues la juzgaba muy relajada -, entendió que podría agradar a Dios y al Rey apoyando la iniciativa de Teresa de Jesús.

Cf. Moriones, I. – El Carmelo Teresiano y sus problemas de memoria histórica – Vitoria: Ediciones El Carmen, 1997, p. 37
Cf. Vida 32, 11

miércoles, 8 de diciembre de 2010

CAPITULO II, ultima parte: "En Alcalá de Henares"

Habiendo desistido de entrar en la Compañía, pasó un año y medio sin conseguir decidirse por alguna Orden. El mismo Gracián nos dice tener: “... peleado casi año y medio con la vocación, que no es pequeño tormento […] todas las razones naturales eran contrarias en mí a este estado: falta de salud, flaqueza natural, cansancio de estudios, obligación a mis padres y hermanos […] Todo esto peleaba, de una parte, contra un encendido deseo que tenía de servir a Nuestra Señora, y, de la otra, como comenzaba entonces la reformación de esta su Orden, parecíame que me llamaba mi Señora para ella.”

Grandes eran sus dudas, pero la providencia iba colocando en su camino pequeños peldaños que le llevaban, cada vez más, cerca de la Orden que acabaría abrazando. Uno de estos peldaños fue el sermón que las Carmelitas de la Imagen le encomendaron sobre la antigüedad de la Orden del Carmen. La preparación de este sermón le obligó a estudiar con calma el origen de tal Orden y, conociéndola mejor, se enamoró de ella.

Su sermón fue tan eficaz y convincente que hizo que uno de sus amigos de Universidad, el maestro Roca, ingresara en la Orden.

Un segundo peldaño colocado en el camino de Gracián, nos lo cuenta, de modo apasionado, la misma Teresa de Jesús. Estando él lejos de decidirse a tomar el hábito del Carmen Descalzo fue llamado para ayudar a la Priora del Carmelo de Pastrana a la hora de recibir una monja. “¡Que medios toma la divina Majestad!, que para determinarse a ir de allí a tomar el hábito tuviera por ventura tantas personas que se lo contradijeran, que nunca lo hiciera. Mas la Virgen nuestra Señora, cuyo devoto es en gran extremo, le quiso pagar con darle su hábito. Llegando a Pastrana, continua Teresa, “fue a hablar a la priora para que tomase aquella monja, y parece que la habló para que procurase con nuestro Señor que entrase él […]Pues acaeciéndole a esta priora lo que a los demás, diole grandísima gana de que entrase en la Orden, y díjolo a las hermanas, que mirasen lo que les importaba, porque entonces había muy pocos o casi ninguno semejante, y que todas pidiesen a nuestro Señor que no le dejase ir, sino que tomase el hábito.”

De todo esto Gracián solo se enteró más tarde. Lo que tampoco sabía es que una Santa rezaba por él desde hacía un año, para que tomase el hábito en los Carmelitas Descalzos. Esta Santa no era otra sino su propia fundadora: Teresa de Jesús. Y este fue el principal peldaño que la Providencia le puso para superar sus indecisiones: las oraciones de las monjas Descalzas.

Aunque de salud frágil, tenía un temperamento fuerte y decidido. Se puede decir que era como una vara de bambú: parecía frágil, pero era resistente; se doblaba con las tempestades pero no se rompía. Al fin de sus tormentos, provocado por la indecisión del camino a tomar, él – decidiéndose por el Carmelo Descalzo – se expresó así: “no pudiendo sufrir el ímpetu de los pensamientos que venían de amor de Nuestra Señora, diciendo entre mí ‘Si ha habido muchos hombres nobles que por amores de una mujer de la tierra se han cegado, y dejado perder hacienda, honra y vida, acuchillándose, etc., ¿por qué tengo yo de reparar en cosa alguna, pues me ciega el amor de tal Señora? ¡Muera mucho enhorabuena! que a cabo de algunos meses de tomado el hábito, con la aspereza que allí se profesa, perderé la vida: yo la doy de muy buena gana a mi Señora la Virgen María.” .

El círculo se había cerrado, Gracián no escaparía más del dulce abrazo de la Señora Virgen María y del carisma que la Divina Gracia había transmitido a Santa Teresa de Jesús. Su decisión por la "Descalcez" fue definitiva, hasta tal punto de afirmar que, si fuera necesario, entraría en la Orden de los Carmelitas Descalzos aunque tuviese que hacerlo a "fuerza de espada". Claro que, contrario como era a toda violencia, con esa expresión quería dejar claro que su decisión era definitiva. Y con tal decisión se fue al convento de San Pedro, de los Carmelitas Descalzos, de Pastrana.



11 Cf. Gracián – Peregrinación – pp. 7-8
12Cf. Santa Teresa de Jesús – Fundaciones – Cap. 23, 3
13Cf. Idem, Cap. 23, 4.6-8
14Cf. Gracián – Peregrinación... pp. 9-10


AUTOR: Jose Alberto Pedra ocds
TRADUCTOR: Fray Luis David Perez ocd