sábado, 30 de abril de 2011

PRIMER PROVINCIAL TERESIANO

Y al demonio no le gustó...
(1 parte)

Durante una de sus visitas a los conventos, el P. Gracián fue informado de que el demonio estaba perturbando a uno de los religiosos. No se trataba de tentar al pobre fraile, sino de dominarle de tal modo que le dejaba sin acción y conciencia propias. Muy fiel a lo que Jesús había ordenado con aquellas palabras: “no temáis”, trató del caso. Aquí están sus palabras:

Traté el alma de una persona a quien Lucifer hacía que cada día, puesta de rodillas, le llamase noventa veces “omnipotente”. Dije que le dijese de mi parte que si se tenía por omnipotente viniese a la medianoche a mi celda, que con un garrote en la mano le daría tantos palos que le haría entender si era omnipotente o no.  Debióselo de decir la persona. Y díjome otro día, que le había respondido Lucifer”: ‘Decidle vos a él que digo yo que con Lucifer se toma; que él experimentará antes de ocho días quién es Lucifer’. Dentro de cinco días comenzaron estos mis trabajos, los cuales duran más de 25 años ha, y creo durarán hasta que se me acabe la vida, con tantas marañas, revueltas e invenciones, que aun yo que he pasado y paso por ellos, no los entiendo ni sabría decir otra cosa más que han sido invenciones de Lucifer[1].

 Jerónimo Gracián pone en Lucifer la culpa por las grandes dificultades que tuvo: persecuciones, traiciones, vivir la condición de esclavo de los musulmanes... No porque creyese que Dios había permitido que el diablo tuviese tanta libertad sobre su destino, sino para no poner sobre sus verdaderos y reales enemigos la culpa de tal desatino que, por las infamias y crueldades, parecía ser “cosa del diablo”.

Pero ¿qué había sucedido para que aquel joven y competente padre, predilecto de Santa Teresa, tuviera su carrera paralizada y, lo que es peor, fuera tan perseguido y calumniado? Es necesario volver un poco a atrás para conocer algunos de los motivos – todos ellos falsos – para que se practicasen contra Gracián tantas injusticias.




[1] Gracián – Peregrinación... – p. 29

domingo, 24 de abril de 2011


Un acontecimiento poco valorizado
(parte 3)

 
Gracián y la Madre Teresa mantuvieron casi dos meses de conversaciones en Beas y él se quedó tan impresionado que no pudo dejar de registrar sus impresiones en su Historia de las fundaciones:
“Estuve en Beas  muchos días, en los cuales comentábamos todas las cosas de la Orden, así pasadas como presentes, y lo que era menester para prevenir las futuras; y demás desto, de toda la manera de proceder en el espíritu, y cómo se había de sustentar así en frailes como en monjas. Ella me examinó a mí de todo cuanto sabía en esta doctrina así por letras como por experiencia. Me enseñó todo cuanto ella sabía, dándome tantas doctrinas, reglas y consejos, que pudiera escribir un libro muy grande de lo que aquí me enseño, porque como digo fueran muchos días, y todo el día, fuera del tiempo de misa y de comer, se gastaba en estos. Diome cuenta de toda su vida y espíritu e intentos. Quedéle tan rendido, que desde entonces ninguna cosa hice grave sin su consejo”.[1]
        La Madre Teresa tenía, ahora, dos grandes herederos de su carisma. A los dos se lo transmitió directamente, sin intermediarios: a San Juan de la Cruz, en Valladolid[2], y a Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, en Beas. Supo muy bien escoger la Madre Teresa la calidad y diferencia de estos dos pilares sobre los cuales se levantarían las fundaciones de la rama masculina del Carmelo Descalzo. Juan de la Cruz es el hombre del silencio, doctor de las profundidades del alma, del encuentro íntimo con Dios. Gracián es Pablo de Tarso, apóstol incansable, que luchó como un león, a pesar de estar mortalmente herido, con tal de mantener viva la llama y “enderezar las sendas” cuando veía su Orden desviarse de las Constituciones dejadas por la Santa Madre Fundadora.
       No serán pocos sus esfuerzos; dejó un patrimonio para la Orden que sólo ahora comienza a ser inventariado y, asombrosamente, se va percibiendo que este gran arquitecto de la Madre Fundadora fue una gran víctima – lanzada a las tinieblas de la historia – por enemigos poderosos.

[1] Cf. I. Moriones – El Carmelo Teresiano... o.c. p. 45; J. Gracián – Historia de las Fundaciones 7, 1
[2] Cf. Santa Teresa de Jesús – Fundaciones 13, 5

lunes, 18 de abril de 2011


(parte 2)

Un acontecimiento poco valorizado


Algunos biógrafos de Santa Teresa, entre ellos Marcelle Auclair, sin dejar de tener alguna razón, insisten excesivamente en la parte afectiva de este encuentro. Indudablemente, Santa Teresa tuvo por Gracián una gran estima y admiración. Hasta se puede entender el por qué fue él agraciado con el amor de la santa Fundadora, pero no se puede dejar que la imaginación vaya demasiado lejos. Santa Teresa amó profundamente al P. Gracián, como una madre ama a un hijo en quien, viendo sus grandes talentos, sabe que es el único capaz de llevar adelante, sin desvíos, su obra. Un dato de valor es tener claro de que cuando fue a Beas, Teresa llevaba consigo una inquietante preocupación que estampó, con toda claridad, en el capítulo 23 de su libro Fundaciones: ... “En cada casa hacían como les parecía”. O sea, los conventos de los religiosos que ella tanto deseaba, estaban trasformándose en simples caricaturas. Un rayo de esperanza, brilló en su espíritu cuando se encontró con el P. Gracián, precisamente en Beas, entre abril y mayo de 1575: “Remediólo nuestro Señor por el padre maestro Fray Jerónimo de la Madre de Dios, porque le hicieron comisario apostólico y le dieron autoridad y gobierno sobre los Descalzos y Descalzas” . La impresión que el joven Comisario causó en la experimentada Madre Fundadora fue ejemplarmente descrita en la carta que escribió a la Madre Inés de Jesús, el 12 de mayo de 1575 .



Santa Teresa de Jesús – Fundaciones – 23, 13 Santa Teresa de Jesús – Carta fechada en Beas el 12 de mayo de 1575

viernes, 8 de abril de 2011

Un acontecimiento poco valorizado (parte 1) Santa Teresa de Jesús cuenta, en una de sus cartas, que vivió sus días más felices cuando estuvo en Beas. ¿Qué tendría esta pequeña ciudad española de especial para hacer que una monja, que tenía el privilegio de hablar con Dios como se habla con un amigo, se expresara como si fuera una joven adolescente? Cuando fue a Beas, para fundar un nuevo convento, Teresa de Jesús tenía casi 60años. Esta fundación estuvo rodeada de malentendidos. El P. General le había dado autorización para fundar conventos en tierras de Castilla; Beas estaba situada en tierras andaluzas. ¿Estaba Santa Teresa excediéndose? Al parecer, muchos pensaron que sí, pues Teresa tuvo que explicar aquella situación al P. General. “Sepa vuestra señoría, escribió Teresa, que yo me informé mucho cuando vine a Beas, para que no fuese Andalucía, porque en ninguna manera pensé venir a ella… Y es así que Beas no es Andalucía, mas es provincia de Andalucía. Esto supe después de fundado el monasterio con más de un mes.” . Aclarando: Beas, territorialmente, pertenecía a Castilla, pero eclesiásticamente, pertenecía a la diócesis de Cartagena y dependía de los Obispos andaluces. Ese fue el problema. Además de estos problemas administrativos, la fundación de Beas representó para Santa Teresa un momento de muchas contradicciones y sufrimientos morales: para fundar aquel monasterio tuvo que recorrer muchos kilómetros; la “santa andariega” nunca había ido tan lejos y nunca había hecho un viaje tan martirizante. Sufría su alma, pues tuvo que cerrar el Carmelo de Pastrana y, como si eso no fuera lo suficiente, la poderosa Princesa de Éboli se volvió contra ella, y su “Libro de la Vida” fue enviado a los inquisidores de Valladolid; y ella, estaba muy lejos para intentar cualquier defensa. ¿Por qué, entonces, escribe, tan jovialmente, que su permanencia en Beas fue la más feliz de su vida? Simplemente, porque se encontró, personalmente, con el P. Jerónimo Gracián. Cf. Silverio de Santa Teresa – Historia del Carmen Descalzo – Tomo VI p. 55, nota 1 Santa Teresa de Jesús – Cartas – fechada en Beas el 12 de mayo de 1575 Santa Teresa cita 2 Cor. 11, 25 y 12, 2 Santa Teresa de Jesús – Carta (más bien fragmento) a Gracián fechada probablemente en Avila, diciembre de 1578 AUTOR: José Alberto Pedra, OCDS Traductor: Fr. Luis David Perez