sábado, 30 de julio de 2011

Efemérides del P. Gracián

30 de julio de 1596
Desde Roma, carta del P. Gracián a la M. María de S. José, su hermana en Consuegra. Cuenta con cierto humorismo la vida que le toca llevar en la casa de su patrón, Card. Dezza, con quien se le ha ordenado vivir y las actividades en que está ocupado; "A mi me acaece ahora con la comida, lo que al clérigo de Sierra Morena, que se quejaba de una perdiz que comía estaba gorda y decía: "Oh bone Deus, quanta mala patimur propter Christianismum". (Cartas del P. Gracián)

martes, 19 de julio de 2011


Intrigas y prsecuciones
(parte 5)

Llega a ser escandalosa la ira del secretario de la Consulta contra Gracián.
Sobre la llegada de Jerónimo describió en estos términos: “vino a Madrid como un desesperado, sin humildad y resignación.

Mucho deseaba el padre Fr. Nicolás y todo su Definitorio que Gracián viniera a ellos con humildad como era razón: y como le vieran de aquella manera, dió a todos mucha pena, pareciéndoles que aquello había de ser causa de muchas pesadumbres y trabajos, como lo fue. Y así, a cabo de pocos días, se trató que era muy necesario poner a este hombre en razón, y que supiera él y toda Religión que había autoridad para refrenar al que fuese menester; y así le encarcelaron en una celda…”57.

Da la impresión, cuando se lee este texto, que el P. Gregorio de San Ángel está escribiendo sobre otra persona – o tenía segundas intenciones. El P. Gracián nunca tendría tal comportamiento, no era ése su estilo. Santa Teresa, en sus cartas, describe perfectamente su temperamento apacible y su típica “santa ingenuidad”. También San Juan de la Cruz transmitió a Santa Teresa la buena impresión que tuvo cuando le conoció. ¿A quién hay que dar la razón: a dos Santos o a unas almas que sólo deseaban el poder?

El P. Doria no estaba satisfecho dejando a Gracián preso, quería dejarle totalmente incomunicable; por eso, en agosto de 1591, publicó un decreto prohibiendo, bajo pena de excomunión, que ningún religioso, súbdito o súbdita, por sí mismo o por procuración, escribiera al P. Gracián sin licencia de la Consulta58.

El grupo del P. Doria tenía, como se dice, todas las cartas de la baraja en sus manos, estaba ya todo preparado para el golpe fatal, tan astutamente elaborado.Pero la maldad nunca está satisfecha y entra en escena el infeliz Fr. Diego Evangelista con nuevas mentiras y artimañas indignas de un hábito religioso. Fray Diego era el mismo que poco tiempo antes había torturado el alma de San Juan de la Cruz, durante los últimos momentos de su vida. Haría lo mismo con el P. Jerónimo Gracián. Su táctica consistía en pasarse por amigo y defensor,
prometer cuanto fuera necesario, convencer al acusado de que sería bueno reconocer algunos pequeños pecados. Ante la recusa del acusado, que insistía en que no tenía nada para declarar, él volvía a la celda, un día y otro día, hasta agotar a su víctima y, en tal estado de ánimo, iba aprovechándose de frases sueltas hasta componer una obra sobre un crimen gravísimo. No fue necesaria tal tortura. El “tribunal” había tomado ya su decisión: expulsar a Jerónimo Gracián de la Orden de los Hermanos y Hermanas Descalzos de la Virgen María
del Monte Carmelo. Y así se hizo.


sábado, 9 de julio de 2011

Teresa de Jesús y Jerónimo Gracián

Teresa de Jesús conoció a Jerónimo Gracián en Beas el año 1576. Se trataba de un hombre joven y culto que había hecho el noviciado en Pastrana, y que a pesar de su juventud había asumido la misión, de parte del nuncio, de visitador carmelita descalzo, poniendo todo su entusiasmo en colaborar con la reforma carismática de Teresa de Jesús.

Teresa, una mujer que estaba ya en su madurez humana y espiritual, desde el primer momento experimentó una sintonía y un afecto muy especial por él. Ya en aquel primer encuentro hizo Teresa un voto especial de obedecerle en todo. A los pocos días de conocerle, Teresa ya escribía una carta significativa desde Beas el 12 mayo 1575 a la madre Isabel de Santo Domingo priora de Segovia, quien, años antes, había conquistado a Gracián para la reforma cuando todavía era estudiante de teología en Alcalá. Teresa comparte su alegría con Isabel:
«¡Oh madre mía, cómo la he deseado conmigo estos días! Sepa que a mi parecer han sido los mejores de mi vida, sin encarecimiento. Ha estado aquí más de veinte días el padre nuestro Gracián. Yo le digo que, con cuanto le trato, no he entendido el valor de este hombre. El es cabal en mis ojos, y para nosotras mejor que lo supiéramos pedir a Dios. Lo que ahora ha de hacer vuestra reverencia y todas es pedir a Su Majestad que nos le dé por prelado. Con esto puedo descansar del gobierno de estas casas, que perfección con tanta suavidad yo no la he visto. Dios le tenga de su mano y le guarde, que por ninguna cosa quisiera dejar de haberle visto y tratado tanto».

La presencia de Jerónimo Gracián fue importante en el inicio de los tiempos de la reforma. También fue importante su figura en relación con la madre Teresa. A Gracián se debió la iniciativa de la redacción de las obras teresianas del Castillo Interior, el Modo de visitar los conventos, la continuación del Libro de las Fundaciones y la primera edición de las Constituciones teresianas.

Gracián recibió muchas cartas (más de cien) de Teresa de Jesús, la mayoría durante los momentos difíciles de la reforma carmelita.

viernes, 1 de julio de 2011


Intrigas y persecuciones
(parte 4)

Si el hombre propone, Dios dispone – nos dice un refrán -, y así sucede en este caso. Estaba Gracián preparándose para viajar a México cuando llegan órdenes de las autoridades de Portugal y España encargándole nuevas misiones en tierras portuguesas. A esta orden le sigue inmediatamente otra, del Nuncio en España, Don César Speciano, prohibiendo que Gracián salga de Portugal. Por el momento, Gracián estaba fuera del alcance de Doria y sus seguidores.
        La permanencia de Gracián en Portugal puede ser entendida como un periodo de tregua, pero no de olvido y deseo de condenarle. Durante este tiempo sus amigos y admiradores trataron de juntar documentos y testigos abundantes para demostrar tanto la inocencia del P. Gracián como su vida ejemplar. Pero cuando el lobo se quiere comer al cordero – como en la fábula de La Fontaine – siempre encuentra una disculpa. De poco sirvió esta enorme cantidad de hechos favorables sobre la inocencia de Gracián. Aquellos que trabajaban contra ella se hacían los sordos: nada les convencía, era como si el acusado (Gracián) ya estuviera condenado de antemano.
        El éxito de sus actividades en Portugal, reconocidas por las autoridades eclesiásticas y civiles de aquel país, comenzando por Don Teutonio de Braganza[1]  y por el Cardenal Alberto[2], agitaba el ánimo persecutorio de los dorianos. Gracián fue obligado a presentarse para dar explicaciones, en Capítulo, dentro de la propia comunidad lisboeta delante de religiosos manipulados por los superiores de la Consulta.
 
       Gracián estaba en Portugal hacía dos años. Su licencia había llegado al fin. Ahora se encontraba sin el apoyo de Don Teutonio de Braganza y del Cardenal Alberto – ellos no podían interferir en los asuntos de la Orden. Doria vio que este era el momento oportuno e instauró contra él un proceso regular. Ordenó que se presentase en Madrid antes de 25 días. Esta fue la carta que el P. Doria envió al P. Jerónimo Gracián:
 
               “Fr. Nicolás de Jesús María [Doria] Vicario General de la Congregación de los Carmelitas Descalzos. Por cuanto se ha determinado en nuestro Definitorio que venga a este convento de S. Hermenegildo de Madrid el P. Fr. Jerónimo de la Madre de Dios, religioso de nuestra Orden, que al presente está en nuestro Convento de S. Felipe de Lisboa: por tanto, por el tenor de la presente, le mando que dentro de 25 días, contados desde el día de la fecha désta, se presente en éste dicho convento (...). Madrid, 3 de junio de 1591. Firmado: Fr. Nicolás de Jesús María”[3].
       Como una declaración de obediencia, Gracián llegó a Madrid exactamente el día 28 de junio cumpliendo así, con los días exigidos, la orden que le había sido dada por el P. Doria.
 




[1] Arzobispo de Evora


[2] Por esta época, gobernador de Portugal


[3] Cf. Silverio de Santa Teresa – Historia del Carmen Descalzo – Tomo VI p. 493, nota 2