Y al demonio no le gustó...
(1 parte)
(1 parte)
“Traté el alma de una persona a quien Lucifer hacía que cada día, puesta de rodillas, le llamase noventa veces “omnipotente”. Dije que le dijese de mi parte que si se tenía por omnipotente viniese a la medianoche a mi celda, que con un garrote en la mano le daría tantos palos que le haría entender si era omnipotente o no. Debióselo de decir la persona. Y díjome otro día, que le había respondido Lucifer”: ‘Decidle vos a él que digo yo que con Lucifer se toma; que él experimentará antes de ocho días quién es Lucifer’. Dentro de cinco días comenzaron estos mis trabajos, los cuales duran más de 25 años ha, y creo durarán hasta que se me acabe la vida, con tantas marañas, revueltas e invenciones, que aun yo que he pasado y paso por ellos, no los entiendo ni sabría decir otra cosa más que han sido invenciones de Lucifer”[1].
Pero ¿qué había sucedido para que aquel joven y competente padre, predilecto de Santa Teresa, tuviera su carrera paralizada y, lo que es peor, fuera tan perseguido y calumniado? Es necesario volver un poco a atrás para conocer algunos de los motivos – todos ellos falsos – para que se practicasen contra Gracián tantas injusticias.
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