Intrigas y persecuciones
(parte 4)
Si el hombre propone, Dios dispone – nos dice un refrán -, y así sucede en este caso. Estaba Gracián preparándose para viajar a México cuando llegan órdenes de las autoridades de Portugal y España encargándole nuevas misiones en tierras portuguesas. A esta orden le sigue inmediatamente otra, del Nuncio en España, Don César Speciano, prohibiendo que Gracián salga de Portugal. Por el momento, Gracián estaba fuera del alcance de Doria y sus seguidores.
Gracián estaba en Portugal hacía dos años. Su licencia había llegado al fin. Ahora se encontraba sin el apoyo de Don Teutonio de Braganza y del Cardenal Alberto – ellos no podían interferir en los asuntos de la Orden. Doria vio que este era el momento oportuno e instauró contra él un proceso regular. Ordenó que se presentase en Madrid antes de 25 días. Esta fue la carta que el P. Doria envió al P. Jerónimo Gracián:
“Fr. Nicolás de Jesús María [Doria] Vicario General de la Congregación de los Carmelitas Descalzos. Por cuanto se ha determinado en nuestro Definitorio que venga a este convento de S. Hermenegildo de Madrid el P. Fr. Jerónimo de la Madre de Dios, religioso de nuestra Orden, que al presente está en nuestro Convento de S. Felipe de Lisboa: por tanto, por el tenor de la presente, le mando que dentro de 25 días, contados desde el día de la fecha désta, se presente en éste dicho convento (...). Madrid, 3 de junio de 1591. Firmado: Fr. Nicolás de Jesús María”[3].
Como una declaración de obediencia, Gracián llegó a Madrid exactamente el día 28 de junio cumpliendo así, con los días exigidos, la orden que le había sido dada por el P. Doria.
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