jueves, 14 de mayo de 2009



Carlos Ros :
«Santa Teresa esperaba a Gracián: alguien inteligente y capaz de gobernar»
Por ÁNGEL PÉREZ GUERRA
18-1-2007 12:06:19


-Disipe tergiversaciones. ¿A qué se refiere con lo de «el hombre de Teresa de Jesús»?


-Cuando Gracián se conoce con Teresa de Jesús ella tiene 60 años y él tiene 30. Cuando yo le pongo al libro «el hombre de Teresa de Jesús» me refiero fundamentalmente a la función. Ella es una mujer que reforma la orden carmelitana, cosa realmente inédita en un mundo tan machista como lo era el siglo XVI. Siempre era un fundador y al calor de él iba una fundadora. Pero ella, que no tenía problema en la reforma femenina sí que lo tenía con los hombres.


Los hombres seguían con sus penitencias antiguas, pero con un desorden tremendo.

Aquél que tenía más penitencias era más santo. Teresa era una mujer lógica y necesitaba un hombre. Los primeros que le vinieron fueron dos padres carmelitas: uno recién llegado,

que era fray Juan de la Cruz, y el otro fray Antonio, que ya pertenecía a los carmelitas calzados. Ella decía que tenía fraile y medio, porque Juan de la Cruz era muy pequeñito.


Encuentra ese hombre en Gracián. Cuando ella viene a fundar a Beas,

ya estaban ambos dentro de la reforma, pero no se conocían, aunque se habían carteado.

Gracián estaba por Andalucía como comisario para la reforma del Carmen.

Al volver a Madrid se pasa por Beas y se conocen. Ese encuentro de un mes fue providencial.

conocen. Ese encuentro de un mes fue providencial.


-Pero ella le llama su «desaguadero», dice que es como un ángel y hasta tiene una visión en la que celebra sus desposorios con él ante Cristo.


-Naturalmente que tiene que haber afecto, pero no en el sentido del morbo. Santa Teresa está ya fuera de lugar en ese aspecto. Aunque en una relación hombre-mujer siempre hay una afectividad. Él se abochornaba muchas veces, porque Santa Teresa era tan espontánea..., y además tenía edad para serlo.

Cuando escribe el libro de las Fundaciones, hay un capítulo entero dedicado a Gracián,

pero no lo hay dedicado a San Juan de la Cruz.

Más de cien cartas de sus obras completas son dirigidas a Gracian.


-¿Alguna vez se ha planteado qué habría ocurrido si Santa Teresa y Gracián hubieran tenido una edad similar?


-No lo sé. Santa Teresa estaba esperando una persona con la inteligencia y la capacidad de gobierno suficiente para poner en orden a los conventos masculinos. Gracián era un ingenuo, aparte de ser una persona tremendamente inteligente. Eso le venía de familia.


-¿Cómo era ese ambiente familiar?


-Su padre era un erasmista, que cuando era joven se reía de los frailes en las tertulias de la corte de Carlos V. Fue secretario del emperador. El padre estudió en París y en Bruselas.

Tenía un dominio total del latín y del griego. La diplomacia de entonces funcionaba con el latín. Pero era muy buena persona. Tenía veinte hijos, y no medró en la política. Le costaba mucho alimentar a tantos hijos. Cuando Gracián tenía diez o doce años, su padre le leía a Homero.

Su madre, que era mucho más joven salió de una relación entre un polaco que era embajador en la corte de Carlos V y tuvo una relación con una mujer de Valladolid.

De ahí surgieron dos hijos. Uno murió con dos años, y la pequeñita.

Cuando volvió a su patria, lo hicieron obispo.

El abuelo materno de Gracián fue obispo en Polonia.

El padre de Gracián, Diego, se casó con la niña cuando él tenía 40 años y ella 10, más que nada por salvarla de la situación en que quedaba. Había sido amigo de su padre en la corte.

Fue una familia de casta intelectual.

De los 16 hermanos que sobrevivieron, hubo alguno que fue secretario de Felipe II.

Jerónimo Gracián estudió en Alcalá, pero antes de terminar el doctorado buscó una vida de perfección.


-Muchos teníamos entendido que la rama masculina del Carmen descalzo se debe a San Juan de la Cruz.


-San Juan de la Cruz era un santazo, un hombre místico que vivía en las alturas del Monte Carmelo. Era el intimista, el hombre que vivía en el desierto.

Santa Teresa buscaba el silencio pero unido a la actividad apostólica.

Esto no lo entendía San Juan de la Cruz y sí que lo entendió Gracián.

Cuando Gracián deja el provincialato lo asume un italiano que se llama Doria, un psicópata que se carga a San Juan de la Cruz y expulsa a Gracián dos meses después de la muerte de aquel .

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