viernes, 3 de agosto de 2012

EN LAS MANOS DE DIOS

A mediados de octubre de 1595, el P. Jerónimo Gracián emprende una “nueva peregrinación” a Roma para reanudar su causa interrumpida por el largo cautiverio. Meses de tejer y destejer encuentros, de buscar apoyos y ayudas, mientras vuelve al trabajo generoso de la predicación y dirección espiritual. Dos nuevas vertientes se abren ahora a su trabajo: la animación de la causa misionera en pro de los cautivos y los primeros pasos para la beatificación de la Madre Teresa de Jesús.

jueves, 10 de mayo de 2012

"El alma cuando llega a esta embriaguez de amor, no desea otra cosa sino Dios y más Dios, entonces dice: "Abre, Señor, ese corazón, dame morada en ese tu pecho, déjame entrar en esa fuente de agua clara, que vengo como el ciervo sediento a buscar defensa, amparo y refrigerio".

martes, 31 de enero de 2012



Si las virtudes morales que en el discurso de su vida ejerció Fray Gerónimo ensalzaron su mérito, no le ensalzáron menos su profundo ingenio, y la prodigiosa multitud de conocimientos con que adornó su alma, y enriqueció la república de las letras. Escriturario, Teólogo dogmático y místico, Jurisconsulto, Publicista, Filósofo, Orador, Poeta, Humanista, apenas hubo ciencia que no le fuese familiar. Pronto siempre al sufrimiento, lo estuvo también al estudio. Como las adversidades jamás turbaron su reposo, ni los cuidados disiparon su espíritu, en medio de los cargos, de sus persecuciones, y de su esclavitud, compuso gran parte de sus obras, dignas todas de mucho aprecio, y admirables por su extraordinaria variedad.

miércoles, 4 de enero de 2012

Teresa de Jesús y Jerónimo Gracián



Teresa de Jesús conoció a Jerónimo Gracián en Beas el año 1576. Se trataba de un hombre joven y culto que había hecho el noviciado en Pastrana, y que a pesar de su juventud había asumido la misión, de parte del nuncio, de visitador carmelita descalzo, poniendo todo su entusiasmo en colaborar con la reforma carismática de Teresa de Jesús.

Teresa, una mujer que estaba ya en su madurez humana y espiritual, desde el primer momento experimentó una sintonía y un afecto muy especial por él. Ya en aquel primer encuentro hizo Teresa un voto especial de obedecerle en todo. A los pocos días de conocerle, Teresa ya escribía una carta significativa desde Beas el 12 mayo 1575 a la madre Isabel de Santo Domingo priora de Segovia, quien, años antes, había conquistado a Gracián para la reforma cuando todavía era estudiante de teología en Alcalá. Teresa comparte su alegría con Isabel:





«¡Oh madre mía, cómo la he deseado conmigo estos días! Sepa que a mi parecer han sido los mejores de mi vida, sin encarecimiento. Ha estado aquí más de veinte días el padre nuestro Gracián. Yo le digo que, con cuanto le trato, no he entendido el valor de este hombre. El es cabal en mis ojos, y para nosotras mejor que lo supiéramos pedir a Dios. Lo que ahora ha de hacer vuestra reverencia y todas es pedir a Su Majestad que nos le dé por prelado. Con esto puedo descansar del gobierno de estas casas, que perfección con tanta suavidad yo no la he visto. Dios le tenga de su mano y le guarde, que por ninguna cosa quisiera dejar de haberle visto y tratado tanto».

La presencia de Jerónimo Gracián fue importante en el inicio de los tiempos de la reforma. También fue importante su figura en relación con la madre Teresa. A Gracián se debió la iniciativa de la redacción de las obras teresianas del Castillo Interior, el Modo de visitar los conventos, la continuación del Libro de las Fundaciones y la primera edición de las Constituciones teresianas.

Gracián recibió muchas cartas (más de cien) de Teresa de Jesús, la mayoría durante los momentos difíciles de la reforma carmelita.