viernes, 1 de julio de 2011


Intrigas y persecuciones
(parte 4)

Si el hombre propone, Dios dispone – nos dice un refrán -, y así sucede en este caso. Estaba Gracián preparándose para viajar a México cuando llegan órdenes de las autoridades de Portugal y España encargándole nuevas misiones en tierras portuguesas. A esta orden le sigue inmediatamente otra, del Nuncio en España, Don César Speciano, prohibiendo que Gracián salga de Portugal. Por el momento, Gracián estaba fuera del alcance de Doria y sus seguidores.
        La permanencia de Gracián en Portugal puede ser entendida como un periodo de tregua, pero no de olvido y deseo de condenarle. Durante este tiempo sus amigos y admiradores trataron de juntar documentos y testigos abundantes para demostrar tanto la inocencia del P. Gracián como su vida ejemplar. Pero cuando el lobo se quiere comer al cordero – como en la fábula de La Fontaine – siempre encuentra una disculpa. De poco sirvió esta enorme cantidad de hechos favorables sobre la inocencia de Gracián. Aquellos que trabajaban contra ella se hacían los sordos: nada les convencía, era como si el acusado (Gracián) ya estuviera condenado de antemano.
        El éxito de sus actividades en Portugal, reconocidas por las autoridades eclesiásticas y civiles de aquel país, comenzando por Don Teutonio de Braganza[1]  y por el Cardenal Alberto[2], agitaba el ánimo persecutorio de los dorianos. Gracián fue obligado a presentarse para dar explicaciones, en Capítulo, dentro de la propia comunidad lisboeta delante de religiosos manipulados por los superiores de la Consulta.
 
       Gracián estaba en Portugal hacía dos años. Su licencia había llegado al fin. Ahora se encontraba sin el apoyo de Don Teutonio de Braganza y del Cardenal Alberto – ellos no podían interferir en los asuntos de la Orden. Doria vio que este era el momento oportuno e instauró contra él un proceso regular. Ordenó que se presentase en Madrid antes de 25 días. Esta fue la carta que el P. Doria envió al P. Jerónimo Gracián:
 
               “Fr. Nicolás de Jesús María [Doria] Vicario General de la Congregación de los Carmelitas Descalzos. Por cuanto se ha determinado en nuestro Definitorio que venga a este convento de S. Hermenegildo de Madrid el P. Fr. Jerónimo de la Madre de Dios, religioso de nuestra Orden, que al presente está en nuestro Convento de S. Felipe de Lisboa: por tanto, por el tenor de la presente, le mando que dentro de 25 días, contados desde el día de la fecha désta, se presente en éste dicho convento (...). Madrid, 3 de junio de 1591. Firmado: Fr. Nicolás de Jesús María”[3].
       Como una declaración de obediencia, Gracián llegó a Madrid exactamente el día 28 de junio cumpliendo así, con los días exigidos, la orden que le había sido dada por el P. Doria.
 




[1] Arzobispo de Evora


[2] Por esta época, gobernador de Portugal


[3] Cf. Silverio de Santa Teresa – Historia del Carmen Descalzo – Tomo VI p. 493, nota 2

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