martes, 20 de enero de 2009

Reconocer su inocencia



(continuación de Falsas acusaciones)

El padre Jerónimo recurrió a Roma en demanda de justicia, pero sus enemigos se le adelantaron obteniendo por medio de Felipe II que Clemente VIII confirmara la sentencia de expulsión. Pasados siete meses (junio- diciembre) sin conseguir resolver su caso, se dirigió a Nápoles, donde el Virrey no le quiso recibir por estar en desgracia de Felipe II.

Siguió su camino hasta Sicilia y acogido favorablemente por la señora del Virrey pudo desplegar su celo en un hospital (febrero-agosto). De vuelta para Roma cayó en poder de los turcos a la altura del golfo de Gaeta el 11 de octubre de 1593. Tras año y medio de cautividad, en la que demostró su caridad heroica y su celo apostólico arriesgando la vida por atender espiritual y materialmente a sus compañeros de desventura, fue rescatado por un mercader judío, llamado Simón, que le adelantó el capital necesario (a restituir con los intereses), el 11 de abril de
1595.

Reconocida su inocencia por la Congregación de Regulares, Clemente VIII le otorgó, con fecha 6 de marzo de 1596, un Breve por el que se le concedía regresar a la Orden “como si nunca hubiera sido expulsado”; pero, ante la resistencia de algunos Descalzos a admitirlo de nuevo, el mismo Papa le recomendó vivae vocis oraculo que, por amor a la paz, vistiese el hábito de Calzado. Y en él vivió hasta su muerte acaecida el 21 de septiembre de 1614, después de haber trabajado en Roma hasta 1600, en España hasta 1607 y en Bélgica hasta el fin de sus días.

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