sábado, 13 de noviembre de 2010

Primeros pasos


Parte II

...En Valladolid y siguió sus estudios de gramática y humanidades. Concluye su formación humanística con el estudio de retórica y griego. Más tarde, cuando ya tiene 14 años, se va con su familia a la ciudad de Toledo, siguiendo a la Corte Imperial de Carlos V. En Toledo, comienza sus estudios de arte, al mismo tiempo que continua con sus estudios clásicos.

Acabados estos, surge el primer gran conflicto familiar entre padre e hijo. Don Diego no quería que su hijo Jerónimo se dedicase a una carrera universitaria, sino que ingresara en la Corte para ayudarle en los servicios de secretaría del Rey. En esta época, Jerónimo Gracián tenía como confesor al P. Martínez, jesuita experimentado y gran conocedor de la capacidad del alma de aquel joven que ya presentaba brillo académico y grandes virtudes cristianas. Sus dotes de inteligencia y los argumentos del P. Martínez convencieron a Don Diego de que sería un desperdicio sujetar un ave tan rara y valiosa en las redes de la burocracia del palacio del Rey. Don Diego le dio su bendición y le autorizó para continuar con sus estudios. El joven Gracián, entonces, fue a Alcalá de Henares a frecuentar, nada menos, que la famosa Universidad Complutense.

Ayudado por su director espiritual, también maduraba en sus valores morales y cristianos. Se cuenta que su madre se impresionaba con el comportamiento del hijo, saludable como era, y que no esperando otra cosa de un hijo joven sino los problemas propios de la juventud, que este prefiriera refugiarse en casa, en el oratorio de la familia, dedicando largo tiempo a la oración, con una devoción especial a la Santísima Virgen, para con quien siempre tuvo mucha devoción. Esta devoción le acompañó durante toda su vida. Él mismo nos narra que, bajo el hábito continuamente llevaba una imagen de Nuestra Señora. Esta costumbre fue, en determinada ocasión, motivo para que sus enemigos divulgasen infamias contra él, insinuando actitudes maliciosas sobre esa simple devoción a la Madre de Dios.

Sus años de estudio, paz y oración, pueden ser comparados –salvadas las distancias– a los de los grandes profetas que vivieron en el silencio antes de ser llamados para sus grandes misiones. Santa Edith Stein, en una ocasión, escribió que los proyectos de Dios se preparan en el silencio. En el silencio, Dios labra las “piedras vivas” preparándolas para las grandes luchas necesarias para la construcción del Reino de Dios. En el diálogo silencioso del corazón humano con Dios, los instrumentos escogidos se forjan para ser obreros en esa construcción . Gracián será uno de estos grandes trabajadores.
Cuando lo conoció, ya con treinta años, Santa Teresa sintió que Dios le había enviado un gran maestro de obras o, según las palabras de nuestra Santa: “Y como yo estaba con tanta fatiga, en viéndole, parece que representó el Señor el bien que por él nos había de venir; y así andaba aquellos días con tan excesivo consuelo y contento, que es verdad que yo misma me espantaba de mí.”

Hasta llegar aquí, Gracián tendrá que recorrer un largo camino. Los cursos en la Universidad de Alcalá le estaban esperando, lo mismo que muchos otros problemas, pues su padre – aunque fuese secretario del Rey – no tenía medios suficientes para costear los estudios universitarios del hijo. No fueron pocas las dificultades por las que pasó Jerónimo Gracián en Alcalá de Henares. Tenía a su favor el gran deseo de estudiar, una memoria prodigiosa y, especialmente, sus maneras modestas y educadas. Esas virtudes, como si fueran imanes, llamaron la atención de algunos profesores. Y esto fue una gran ayuda.

Fin de la parte II


José Alberto Pedra, OCDS (Brasil)
Traduccion al español, por Fray Luis David Perez

4 Cf. Gracián, Jerónimo – “Peregrinación de Anastasio”, Roma, Teresianum, Ed. Preparada por Juan Luis Astigarraga, 2001, p. 31

5 Cf. Stein, Edith – Source cachée: oeuvres spirituelles – Paris: Cerf, 1998, p. 69
6 Cf. Santa Teresa de Jesús – Fundaciones, 24, 2.



No hay comentarios:

Publicar un comentario