domingo, 20 de marzo de 2011

Heredero de un carisma

(parte 1)

Habiendo hecho su Profesión en la Orden de Carmelitas Descalzos, Jerónimo Gracián podría tener la vida silenciosa y recogida de cualquier fraile; podría ser nombrado prior o maestro de novicios, pues tenía todas las cualidades exigidas para desempeñar tanto una actividad como otra: su vida de oración era intensa; tenía experiencia como orientador espiritual; conocía – como pocos – la historia de la Orden del Carmen; por dos veces había asumido la administración del convento de Pastrana, y eso sin hablar de la formación recibida en la Universidad de Alcalá de Henares.

Pero las cosas no serían así. Los años pasados en Pastrana habían transformado aquel tranquilo y recogido estudiante de Alcalá. Salió del capullo, había madurado y adquirido una estatura humana como pocos Carmelitas de su época.

Teresa de Jesús había oído hablar de Gracián y rezaba mucho por él; sentía que allí se encontraba otro de los instrumentos enviados por Dios para ser uno de los pilares de su obra . Pero todavía no había llegado la hora del encuentro entre esos dos grandes constructores.

El P. Gracián fue nombrado para el oficio más difícil e ingrato que en esta época había dentro de las Órdenes religiosas: visitador y reformador . Este trabajo era temido por los disgustos que traía – existía, incluso, peligro de muerte y pérdida de la honra y buena fama. Por esta época contaba solamente con 28 años de edad, seis meses de Profesión como Carmelita Descalzo. Tal nombramiento desagradó, sobre todo, al General de la Orden de los Calzados.

Llegó a saber, en esta época, que había sido fundado, a través de algunos malintencionados Carmelitas Calzados, un convento de Carmelitas Descalzos. Era pura rivalidad, allí no se vivía y tampoco se deseaban seguir los verdaderos fundamentos de la “Descalcez”. Gracián, aunque joven y con pocos poderes, no dudó y se dirigió – ya con la patente de Visitador – a dicho convento y lo clausuró: “a los que eran Calzados volví a sus zapatos”, escribiría Gracián, utilizando una graciosa metáfora. “A los Descalzos novicios traje conmigo a Sevilla” . Él tenía gran admiración por la Religión de los Calzados. En una carta al Cardenal Alberto de Austria escribió: (se mantiene la grafía) “procurar con mucha eficacia no mudar ninguna ceremonia ni costumbre ni ley de la Orden de los mismos Calzados, sino que se perfeccionen en ellas, porque no se quejen que les queremos poner en Orden y Regla que ellos no profesaron.”



AUTOR: José Alberto Pedra, OCDS
Traductor: Fr. Luis David Perez

Cf. Santa Teresa de Jesús – Fundaciones- Cap. 23
Nombrado por Fray Francisco de Vargas, Provincial de los Dominicos, Visitador apostólico de de los Carmelitas de Andalucía a través de un Breve expedido por Pío V. La patente de Vargas, nombrando a Gracián para el cargo tiene fecha de 13 de junio de 1574 (cf. MHCT I, doc. 71)
Gracián – Peregrinación – pp. 17-18
Documenta Primigenia Vol. III (1592-1589), doc. 390

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