miércoles, 30 de marzo de 2011

Heredero de un carisma


(parte 2)


Antes de completar un año desde su designación como Visitador, fue nombrado Vicario Provincial de todos los Carmelitas, Calzados y Descalzos, de la Provincia de Andalucía. Este nombramiento produjo una serie de malentendidos: El P. Rubeo – General de la Orden -, inconforme, consiguió la anulación de dicho nombramiento; a pesar de eso, el Nuncio Ormaneto, no queriendo desperdiciar las grandes virtudes de Jerónimo Gracián, así como su profundo conocimiento de la Orden del Carmen, nombró, “in solidum”, a Vargas y Gracián como Visitadores de los conventos Carmelitas de Andalucía.


En una carta, con fecha de 4 de Julio de 1575, el Nuncio Ormaneto comunicaba al Secretario de Estado del Papa que había nombrado a una persona santa y ejemplar (el P. Gracián) como Visitador de los Carmelitas Calzados de Andalucía; decía también que tal padre lo llevaba muy bien, con mucha prudencia y delicadeza . Este testimonio echa por tierra las intrigas de sus rivales que pretendían transmitir de él una imagen de rudeza y pocas virtudes. Y no sería solamente el Nuncio Ormaneto quien exaltaría las muchas virtudes de Jerónimo Gracián. Para no citar a todos, baste decir que Santa Teresa, la Madre Fundadora, desde el momento en que lo conoció, hasta el final de su vida, siempre lo consideró como un hijo especial de Dios. El 12 de mayo de 1575 escribió una carta a la Madre Inés de Jesús, donde le decía claramente: “El es cabal en mis ojos, y para nosotras mejor que lo supiéramos pedir a Dios. Lo que ahora ha de hacer vuestra reverencia y todas, es pedir a Su Majestad que nos le dé por prelado. Con esto puedo descansar del gobierno de estas casas, que perfección con tanta suavidad, yo no la he visto. Dios le tenga de su mano, y le guarde, que por ninguna cosa quisiera dejar de haberle visto y tratado tanto”. A quién se debe dar la razón: al discernimiento de una Santa o a las intrigas de los falsos y envidiosos? Pero la Santa Madre era una mujer atenta y no dejó de percibir que la vida apostólica del P. Gracián, a semejanza de la del Apóstol Pablo, estaba hecha de altos y bajos : “¡Oh! qué bien le vino a mi Pablo el nombre! Ya está muy levantado, ya en el profundo de la mar. Yo le digo que hay bien de qué nos gloriar en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.” . Tal vez sea ésta una de las razones por las cuales Santa Teresa siempre estaba animándole y rezando por él. Ella sabía que hasta el más santo de los hombres tiene necesidad del apoyo de los amigos en tiempos de gran necesidad e intranquilidad.


AUTOR: José Alberto Pedra, OCDS Traductor: Fr. Luis David Perez

1 comentario:

  1. Parabéns pelo seu blog, continue evangelizando com ardor e que Nossa Senhora nos abençõe!

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