jueves, 20 de noviembre de 2008

El Padre Jeronimo nos cuenta ...



El último combate vacacional fue muy enconado, porque todas las “razones naturales le eran contrarias: falta de salud, flaqueza natural y cansancio de estudios, obligación a mis padres y hermanos”, carentes de otros bienes fuera de “las mercedes que el Rey les hace en pago de sus servicios, cuando ellos no lo desmerecen”.

Por si fuera poco, el interés personal de Felipe II que “preguntaba cuándo me hacía doctor, quizá para proveerme” y como respuesta a su ayuda en los estudios.

Hasta los confesores veían con mal ojo la decisión, “especialmente uno a quien yo tenía gran crédito y obediencia, diciéndome ser tentación clara”.

El estudio personal de las dificultades existentes en las “religiones, que me ponían muy lejos de esta voluntad”.

Contra tales razones pugnaban otras fuerzas poderosas:
“un encendido deseo que tenía de servir a Nuestra Señora”,
que “parecíame que me llamaba a la reformación de su Orden que acababa de comenzar”.

Y otro impulso misterioso que desconocía entonces el interesado:
la plegaria intensa de la Madre Teresa de Jesús.

“Después oí de su boca que le costé un año de oraciones para traerme a la Orden entendiendo que le había de ayudar”

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